La imprenta online, el nuevo modelo empresarial de las Artes Gráficas

En medio de una crisis económica, las imprentas españolas tuvieron que adaptarse a dos profundos cambios: La impresión digital y la irrupción de un nuevo modelo de negocio, la impresión online. Y ambos llegaron para quedarse.
 

La reconversión a una nueva tecnología y, sobre todo, a una nueva manera de vender ha obligado a las empresas de producciones gráficas a adaptarse o desaparecer. Internet ha revolucionado la forma de comprar en casi todos los ámbitos, los consumidores cada vez confían más en las tiendas online, después de pasar por unos años en los que el comprador medio aún no terminaba de fiarse de adquirir productos a través de la Red.

El éxito de la venta online ha forzado un replanteamiento casi desde cero a aquellas imprentas que estaban acostumbradas a tener un contacto físico y cercano con el cliente. Ahora el comprador puede estar al otro lado del país y obtener un presupuesto en cuestión de segundos de pegatinas, flyers, carteles o cualquier otro producto de impresión y comprarlo en un par de clics.

Sin duda, las Artes Gráficas ha sido uno de los sectores más golpeados por las circunstancias económicas de los últimos años. Por un lado, las editoriales disminuyeron considerablemente la impresión de libros y las tiradas de las revistas, apostando por publicaciones online o por formatos electrónicos que implican menores costes de producción. Por otro, la mayor parte de los clientes de las imprentas tradicionales eran otras empresas que utilizaban sus servicios para imprimir etiquetas, sobres, carteles, flyers promocionales, carpetas… ya fuese para publicitarse o para crear imagen corporativa. Con las empresas con el agua al cuello, las imprentas se resintieron y el cierre de una tras otra no ha cesado desde el año 2008.

Y en todo este territorio convulso apareció de pronto lo que parecía ser, al menos en parte, la solución: El mercado online. Pero no es oro todo lo que reluce, la competencia de los servicios de impresión virtuales es brutal. Como consecuencia los precios han bajado considerablemente en la lucha por conseguir clientes pero, ¿y la calidad?, ¿se imprime ahora peor que antes para abaratar costes?.

En palabras de Rozalén, “como sucede en todos los sectores en los que hay de por medio una tarea de producción, las cosas se pueden hacer mejor o peor y eso condiciona los costes (tiempos, materias primas, controles de calidad) y, por tanto, los precios finales. Bajo mi punto de vista, nadie vende por debajo de lo que le cuesta imprimir, o al menos no debería, y es una cuestión de política de empresa decidir por qué camino se quiere caminar. En nuestro caso todas las impresiones, ya sean digitales u offset, han de cumplir unos requisitos de calidad. Podría venderse más barato, pero eso repercutiría en el resultado final.”

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