Milagros Cabral ha pasado de anunciar las rebajas de su tienda de deportes en exactamente el mismo turismo que utilizaban para informar de las asambleas del Partido Marxista en su pueblo a facturar on line uno con cinco millones de euros anuales en vestidos de celebración. Sin moverse de su Trebujena natal, un pueblecito gaditano de algo más de siete mil habitantes, Cabral solo ha necesitado 5 años para tener prácticamente 7 veces más clientas registradas en su página web que vecinos tiene la localidad.
Es el efecto Mariquita Trasquilá, un negocio de comercio on-line por el que Trebujena empieza a ser más famosa que por sus insignes arrozales de las marismas del Guadalquivir. “Cuando el regidor va a otros pueblos —Jorge Rodríguez, de IU— ya hay quien le afirma que si es del pueblo de Mariquita Trasquilá”, reconoce Cabral entre risas, sentada en las oficinas de su tienda, situada en una casa solariega heredada de su familia.
Hace 3 meses que la empresaria arrendó un nuevo almacén para guardar el género y uno desde el momento en que contrató a su última empleada. Mas el espacio ha vuelto a quedarse pequeño. Cabral ha debido lanzarse a buscar la nave “más grande que haya” para sus existencias y, dentro de poco, va a deber ampliar su plantilla de diecisiete empleadas —entre ellas, un solo hombre—. “Crecemos tan veloz que nos cuesta contestar con la logística”, reconoce la gerente ilusionada.
A pesar de tener 2 tiendas —una en la propia sede de la compañía y otra en Sanlúcar de Barrameda— ya vende 5 veces más por Internet a toda España que presencialmente en su ambiente más inmediato. “Las tiendas físicas son, ante todo, marketing”, confiesa la emprendedora. Entre dos mil diecisiete y dos mil dieciocho, duplicó de sobra sus ventas al pasar de una media de cincuenta pedidos diarios a los ciento veinte de la actualidad. “Para dos mil diecinueve creo que vamos a llegar ya a los ciento cincuenta o bien doscientos encargos al día”, narra Milagros Cabral. Comenzó su aventura empresarial tras una catarsis personal. “Esto es algo pasional, solo de este modo se puede explicar”, avanza en tono de aviso. Química de capacitación, se empezó en el comercio con una tienda de deportes que abrió en mil novecientos noventa y seis al lado de la que era su pareja. “Pero entonces me separé y, sin un duro, me fui en un blablacar a una feria de tendencia de la capital de España. Yo lo que deseaba era montar una marca”, agrega la empresaria. El resultado de ese giro vital fue la creación, en dos mil trece, de Mariquita Trasquilá, nombre tomado de la protagonista de una historia popular de Trebujena, una hechicera que atemoriza a los pequeños que se asoman a los pozos. Cabral se hizo merced a una herencia con una casa en el centro del pueblo que ha ido restaurando con sus manos hasta transformarla en el escaparate de su firma.
Miles y miles de seguidores
Con sus vestidos de celebración, la emprendedora solo aspiraba a “alcanzar a clientas de Jerez o bien Lebrija, no más lejos”. No obstante, la fotografía de un vestido, subida a su página de fans de Fb, le hizo ver que podría llegar considerablemente más lejos: “Tenía entonces mil quinientos seguidores. Comencé a compartirla, llegué a los cinco mil ‘me gusta’ y vendí cien vestidos que ni tenía físicamente. Fue una locura”. El día de hoy amontona más de trescientos ocho mil usuarios en esa página, a los que suman otros ciento dieciseis mil en su perfil de Instagram, novecientos usuarios en su página web y cuarenta perfiles registrados en su tienda on line.
Cabral tiene claro que enseñar sus prendas en cuerpos reales es uno de los puntos más fuertes de su oferta. Periódicamente las 2 tenderas de Mariquita Trasquilá posan con los vestidos de celebración en sesiones de fotografías naturales, hechas a la luz del día por la propia gerente. La página web tampoco es fruto de un sensato trabajo de marketing: la elaboraron con una herramienta fácil y gratis de creación de páginas a la que agregaron una plataforma de pago de Caixabank. Con esa carta de presentación, las mujeres de veinticuatro a treinta y cinco años se han transformado en su segmento de clientas esencial. En lo que se refiere a la ropa, parte la adquieren ya confeccionada a terceros y parte la amoldan siguiendo las indicaciones de los emprendedores, que asimismo emplea sugerencias de sus empleadas.
La apuesta semeja segura, conforme explica la propia Cabral: “Con treinta tienes una media de 5 bodas por año y no deseas repetir”. Para mitigar tal compulsión en la adquisición de vestidos, faldas, camisas, monos o bien complementos, la marca ofrece 2 líneas de venta, una low-cost y otra de firmas, con un rango de costos de treinta a ciento cincuenta euros.
Y la fórmula semeja que marcha. A pesar de ser “un estilo muy andaluz”, como lo define la propia dueña —de hecho, la mayoría de sus distribuidores procede de la región—, la marca está medrando en lugares como la capital española. En ese y otros puntos de España las clientas se sorprenden de que el codiciado y económico vestido que lucirán en su próxima boda procede de un pequeño pueblecito de Cádiz.
Allá, entre marismas, parras y casas encaladas, Milagros Cabral prosigue administrando, creando y vendiendo sin perder de vista su objetivo más inmediato: “Quiero lanzar una compilación cien por ciento propia. Va a ser para la próxima temporada”.